El tiempo de la vida es
el que es. El dinero se puede estirar y lograr hacerlo cundir. La ropa se puede
usar hasta límites insospechados: a veces te cansas antes de ella que realmente
esté inservible. Pero ¿Y el tiempo? No, no lo podemos estirar. El día sólo
tiene 24 horas, ni una más ni una menos. Y el tiempo que cada uno tiene
asignado para vivir está contado medido y pesado, aunque a veces nos vamos
antes de la vida porque nuestra alma no soporta más.
Sólo podemos ser traperos
del tiempo, aprovechar cada minuto del que tenemos, especialmente esos momentos
que nos quedan en los trayectos de metro, autobús o tren, vivirlo intensamente,
darle prioridad a lo que realmente queremos hacer. Nuestro tiempo es sagrado y
debemos plantearnos si queremos aprovecharlo a fondo o queremos malgastarlo en
cosas banales.
Tu vida será tan intensa
como tú realmente quieras. Tú eres el que decides imprimir a la vida el ritmo
que quieres que tenga. Los aprendizajes previamente previstos por tu alma
llegarán, pero otros dependen de cuánto quieres tú aprender. Tú decides cuánto
quieres evolucionar, qué conciencia quieres poner en los actos de tu vida, si
quieres ser alguien que pasa por el mundo sin cambiarse a sí mismo ni a su
entorno o quieres ser alguien que va transformando su ser para ser cada día más
consciente y a través de su cambio interno transforma el mundo a su alrededor.
Rosa Gómez
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