viernes, 8 de octubre de 2010

Almuerzo con Dios






Cuentan que un niño pequeño soñó que tenía una cita en la mañana con Dios en un parque. Muy entusiasta se levantó, y metió en su mochila unos pastelitos, agua y algunos chocolates, y salió a cumplir con tan importante cita. Al entrar en el parque de juegos se encontró con una mujer de rostro amigable que sonriente alimentaba a las palomas. Se sentó junto a ella, abrió su mochila, sacó su merienda y la compartió con su nueva compañera. Ella, complacida y agradecida, le regaló una maravillosa sonrisa. Allí estuvieron toda la tarde, comiendo y bebiendo sin decir una sola palabra, alimentaron las palomas, observaron las ardillas, cortaron algunas flores y caminaron en el parque. Cuando atardeció, el niño le dio un gran abrazo de despedida y agradecimiento. Ella, después de abrazarlo, le regaló la sonrisa más grande y bonita de su vida.

Cuando llegó a casa, su madre notó el semblante de plenitud y felicidad de su hijo,
y le preguntó:
"¿Qué te pasó, hijo, que te ves tan feliz?".
 El contestó: "Mami, ¡hoy almorcé con Dios!".
Y antes de que su madre respondiera, le dijo: "Y, ¿sabes?, ¡tiene la sonrisa más hermosa que he visto!".
Mientras tanto, la mujer del parque, radiante de felicidad, regresó a su casa y su esposo, sorprendido, le preguntó: "¿Qué te pasó que estás tan contenta?".
Ella respondió: "Aunque no lo creas, hoy me vi con Dios en el parque. Y, ¿sabes?, es más joven de lo que yo pensaba".

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