EL VIAJE DEL ALMA
Las personas mueren y sus cuerpos se descomponen. Pero como dice la primera ley de la termodinámica , la energía solo puede transformarse; no puede ser creada ni destruida. Las cosas no desaparecen simplemente de nuestro mundo físico. El agua se evapora, pero vuelve a la tierra en forma de lluvia. Las montañas se convierten en rocas, que se convierten en arena. Incluso la muerta misma no puede resultar en una pérdida de energía, por lo cual la muerte, en realidad, no es el final definitivo de la vida.
Es más, la fuente raíz de nuestro ser- nuestra alma- ni siquiera forma parte de nuestro cuerpo físico. Piensa en un vaso y el agua que contiene. Existen juntos, pero el agua no forma parte del vaso. Si viertes el agua fuera del vaso, la calidad y estructura del agua no cambia. El cuerpo también es un recipiente, distinto del alma que alberga. Así pues, cuando una persona muere, esa chispa de energía sagrada que es el alma no muere con esa persona. Regresa a su fuente, al Creador. Luego después de atravesar por un proceso de limpieza espiritual, el alma tiene la oportunidad de encontrar un nuevo recipiente en el cual pasar otra vida.
Rav Berg
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