El deseo es
aquello que nos atrae entre nosotros. Deseo de paz mundial o deseo de guerra.
Deseo de pizza o deseo de una ensalada. No importa cuán profundo o trivial, los
deseos humanos son nuestro vínculo común.
Todos desean
felicidad; nadie desea sufrimiento. No obstante, con frecuencia confundimos la
búsqueda de la felicidad de alguien (la evasión del sufrimiento) con una
actitud “anti-yo”. ¿Cuán a menudo, por ejemplo, has pensado que un amigo, un
maestro o un familiar estaba molesto contigo porque te estaba prestando menos
atención de lo usual, sólo para después descubrir que había pasado por una
tragedia personal (tal vez alguna muerte, una enfermedad o una riña familiar)
que, simplemente, causó que se apartara un poco? No sólo de ti, sino de todos;
hasta que se sintiera estable nuevamente.
Cuando
tomamos de forma personal las acciones de otras personas, es nuestro ego
hablando; diciéndonos que somos el centro del universo, que todo lo que ocurre
en nuestra vida gira alrededor de nosotros.
Recuerda, tu
ego es la cortina que te separa del ámbito del 99% de la realización. Cuanto
más lo doblegues, más se abrirá la cortina y más pronto se cumplirán tus
deseos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario